Cuando somos jóvenes no hay montaña demasiado alta, podemos ser astronautas, romper récords olímpicos, inventar iPhones, viajar por el mundo en bicicleta, ser presidentes, estrellas de cine, o lo que queramos. Pero a medida que dejamos pasar los años, los meses y los días, tranquilos en nuestro valle, tendremos que ir tachando montañas.
Siempre habrá tiempo de hacer cumbre aunque sea sólo en un montículo, pero cuanto antes elijamos las montañas a conquistar y decidamos emprender el ascenso más posibilidades tendremos de plantar nuestra bandera en la cima.
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